El pabellón del Novecientos
El 20 de enero de 1937 se deliberó la posibilidad de reconstruir el altar puesto que no se podía recomponer el Ara Pacis in situ porque hubiera implicado la demolición del edificio Fiano-Almagià. Se propuso reconstruirlo en el Museo de las Termas, construir un Museo Hipogeo cerca del Augusteo y hasta reconstruirlo en la via del Imperio. Pero fue Mussolini quien decidió reconstruir el Ara Pacis junto al Mausoleo de Augusto "bajo un porticado" entre via Ripetta y Lungotevere.
El Ara Pacis se reconstruyó en el interior de un pabellón de via Ripetta en menos de un año y medio. El proyecto definitivo, presentado al gobierno fascista en noviembre de 1937, no pudo respetar los plazos de ejecución y se acumuló un gran retraso. Al final, las obras se confiaron a la empresa Vaselli, ganadora del concurso público para la realización del contenedor del altar, y las obras concluyeron pocos meses antes del 23 septiembre, fecha fijada para la inauguración del Ara Pacis. Morpurgo, el arquitecto del proyecto del pabellón, no tuvo más remedio que aceptar la simplificación del proyecto: hormigón y pórfido falso en lugar del mármol preciado y del travertino, así como mayores distancias entre las columnas tanto de la fachada como de los lados.
El pacto tácito no escrito entre el arquitecto y el Gobierno era acabar de forma provisional las obras para poder inaugurar el monumento y construir la protección externa después, pero el coste añadido de las obras, la incertidumbre de los tiempos y la guerra asomando en el horizonte echaron el pacto en saco roto.
Durante la guerra, se quitaron las vidrieras y se protegió el monumento con sacos de gravilla y, por último, se construyó un muro antiproyectiles.
Hasta 1970 no se construyó la esctructura externa de protección.